25.3.06

Otra vez Otoño.

Cuando las hojas mueren en silencio porque la brisa de la tarde quebró su último apego a la vida: esas son horas de luces, cuando el Sol nos mira a los ojos para preguntarnos por el mañana, y nosotros caminando tapamos los suelos con sombras infinitas. Entonces entra sin aplausos en mi vida el sosiego, la traicionera pausa que me obliga minutos de propia honestidad, para acusar con poesías todos mis actos de traición a una historia imaginada, y sepultar de juicios una vida de tiempos vacíos. Todo porque las hojas caen por aquel pasillo inexorable, entregando en silencio su cuerpo a las tierras de su madre, es que veo que estamos condenados, los seres del olvido, a caminar por los campos de la muerte llevando a cuestas la conciencia. Porque las hojas caen hoy desvarío sin temor. Porque los suelos de mis calles estan cubiertos de verde sangre es que su indiferencia aún no ha secado mis labios. Porque sigo caminando mientras el cielo se cae pienso que he de seguir viviendo aún bajo la sombra de la inmensa montaña. La condena de llegar a comprender, mientras divagan mis miradas y tiro palabras al aire, que es necesario cerrar puertas y ventanas para que no entre a mi vida la belleza incontenible de la naturaleza y me condene a una vida de mirada pasiva. Comprenderlo mientras se ve que todo vuelve a comenzar, porque las hojas caen, y el sol me mira, y yo cierro mis ojos.

No hay comentarios.: